Me llamó la atención, recientemente, un texto de Oxfam, organización mundial que trabaja para acabar con la injusticia de la pobreza, titulado "Las desigualdades matan" y presentado en la Agenda de Davos del Foro Económico Mundial (Suiza), donde se hace alusión a los diez hombres más ricos del mundo, quienes duplicaron su fortuna durante estos dos años de pandemia.
Ejemplos son Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Bill Gates, por mencionar algunos, que si ya eran multimillonarios, ahora lo son más. Según Oxfam, el patrimonio de los multimillonarios pasó de 700 mil millones de dólares a 1.5 billones, algo asà como 12 mil 667 dólares más por segundo en los últimos dos años,, mientras que el 99% de la humanidad ha disminuido o perdido sus ingresos, algo golpeador.
Y esto invita a reflexionar, pues Gabriela Bucher, directora de la organización, mencionó que "en ese tiempo gran parte de las instituciones bancarias han inyectado billones de dólares a los mercados financieros como medida para salvar la economÃa, pero una gran parte ha terminado en los bolsillos de los multimillonarios, que han aprovechado el auge de los mercados bursátiles".
Además destaca que "el dinero acumulado por los más ricos podrÃa servir para producir suficientes vacunas para el mundo, financiar servicios de salud y protección social universales, financiar medidas de adaptación climática y reducir la violencia de género en más de 80 paÃses y aún asà esos diez millonarios seguirÃan teniendo 8 mil millones de dólares más que antes de la pandemia"; millones de personas en el mundo contra estratosféricas fortunas repartidas solo entre diez, sin duda un dato que sacude.
No hay problema en que sean empresarios o sean multimillonarios, pues según sus trayectorias se han ganado a pulso su fortuna, su trabajo, ya que si lo vemos desde otro ángulo representan historias de éxito.
El punto es el gran contraste, la gran desigualdad que existe y nos invita a reflexionar, ya que en situaciones como la pandemia estos millonarios llevan la de ganar y generalmente gozan de privilegios, mientras la mayor parte de la población se ve afectada o se tiene que "amarrar el cinturón", como dicen, otros vivir al dÃa y otros más en extrema pobreza.
Pero la realidad es ésta y, por lo menos en nuestro paÃs, los sueldos parecen mantenerse igual por años y lo que sube es el costo de los productos y los servicios, creando un cÃrculo que no permite por mucho superarse a la media de la población, más ahora con la pandemia.
Si tan sólo una parte de esos ingresos se distribuyera a nivel mundial, no se diga de cuántas vacunas y atención médica se podrÃa lograr, pues como lo menciona Bucher, con los medicamentos se pretendÃa acabar con la pandemia, pero los millonarios y las farmacéuticas han controlado el suministro a miles de millones de personas de acuerdo a sus intereses, y esto una realidad.
Las desigualdades afectan, marcan, limitan y empobrecen a la sociedad de cualquier paÃs y ha sido más notorio en estos tiempos, pues la Oxfam destaca que "los gobiernos de los paÃses más ricos se niegan a aumentar los impuestos sobre la riqueza y siguen privatizando bienes públicos como la tecnologÃa necesaria para la producción de vacunas".
¿Los grandes empresarios verán en un futuro por una sociedad? No lo sabemos, lo que sà sabemos es que se podrÃan cambiar las condiciones y la calidad de vida de las personas en un mundo de mayor igualdad, de mayor acceso a la salud, de mayor empatÃa. Para lo que habrÃa que mejorar sistemas de gobierno, educación, valores y la empatÃa hacia los demás.
¿PondrÃamos todos de nuestra parte para lograrlo? Es la gran pregunta.