Parece que por ahora solamente somos testigos de la búsqueda, por parte de esos políticos, de la frase más “pegadora”, de aquella que les permita subir en el escalafón.
La visión general frente a estos concursos ha cambiado y por ende, exige profundas transformaciones o quizá la desaparición del mismo en algún momento.
La aguja de popularidad se mueve más fácilmente hacia abajo que hacia arriba, de donde se deriva que podríamos llegar al 27 con una aprobación para Claudia abajo del 50%.
Independientemente de su veracidad o falsedad, el incidente de Claudia en la vía pública revela una falla increíble de su cuerpo de seguridad personal. Por menos de eso se cortarían las cabezas de funcionarios ineptos.
Los asesinatos de Bernardo Bravo y Carlos Manzo en Michoacán cambian el tablero de juego. Por mucho que la estadística muestre días soleados, la borrasca amenaza.
Si bien centennials y GenX aprueban en la misma proporción a la presidenta, la GenZ es mucho más crítica en sus evaluaciones al desempeño del gobierno, en particular en el rubro de seguridad pública.
El feminismo de ocasión que se enciende según la conveniencia partidista, es precisamente lo que debilita la causa de las mujeres en México. La lucha contra la violencia de género no admite excepciones.
El acoso no debería medirse por simpatía política ni por clase social. Ninguna mujer merece eso. Lo más increíble, para mí, es que algunas mujeres lo normalicen.
El Estado sustituyó la estrategia por el ritual. Frente a cada crimen, ofrece condolencias, convoca reuniones y despliega soldados. Los operativos se transforman en escenografía; la presencia institucional, en simulacro.