La reforma al delito de extorsi贸n que impuls贸 Morena est谩 generando mucho ruido, y no es para menos. Sus defensores aseguran que el objetivo es combatir un delito grave que afecta a miles de mexicanos. Y s铆, combatir la extorsi贸n es urgente. Pero hay una diferencia enorme entre perseguir criminales y castigar la cr铆tica. El problema no es la intenci贸n, sino la forma: la ley qued贸 tan abierta, tan ambigua, que puede volverse un arma contra periodistas, ciudadanos, activistas y cualquiera que cuestione al poder.
La alerta nace de una frase clave: Extorsi贸n podr谩 ser 鈥渙bligar a alguien a hacer, tolerar o dejar de hacer algo鈥. Sin exigir amenaza, sin exigir violencia, sin exigir beneficio personal. Solo 鈥渙bligar鈥 y usando su propio criterio para esa definici贸n.
Cuando el lenguaje es tan amplio, todo cabe. Una investigaci贸n inc贸moda, una protesta, un reportaje de corrupci贸n, una campa帽a en redes, un trending topic con memes鈥 todo podr铆a interpretarse como presi贸n indebida. 驴A qui茅n favorece esa interpretaci贸n? No al ciudadano. Favorece al poder, al que no quiere que lo cuestionen.
Al expresidente Enrique Pe帽a Nieto lo destrozaron en redes, d铆a tras d铆a, a帽o tras a帽o, sufri贸 bullying cibern茅tico, fue linchado medi谩ticamente sin descanso: memes, parodias, videos editados, frases inventadas, burlas a su dicci贸n, a su imagen, a sus tropiezos p煤blicos.
Incluso atacaron a su familia. Sus hijas y su esposa fueron objeto de trending topics hirientes. Y aun as铆, nunca sali贸 a quejarse frente a las c谩maras, nunca pidi贸 que se detuvieran, nunca intent贸 convertir la cr铆tica en delito. Aguant贸, quiz谩 por orgullo, quiz谩 por c谩lculo pol铆tico, quiz谩 por entender que ser presidente implica resistir la presi贸n social y el escrutinio p煤blico.
Hoy, con m谩s control pol铆tico, m谩s discurso moral y m谩s seguidores movilizados, parece que el poder ya no tolera el escrutinio, y eso es peligroso. Cada cr铆tica se se帽ala como ataque al pueblo. Cada comentario inc贸modo se clasifica como agresi贸n. Cada nota que cuestiona al gobierno se enfrenta al linchamiento desde el p煤lpito o desde las redes oficiales.
Y ahora, con la reforma al delito de extorsi贸n, esa sensibilidad se convierte en ley. Si el poder no aguanta un meme, 驴aguantar谩 una investigaci贸n period铆stica? Si una nota lo molesta, 驴ser谩 denunciada como intento de 鈥渙bligar鈥 al gobierno? Si una marcha exige resultados, 驴se convertir谩 en delito?
Esto no es menor. Esto es el terreno donde se decide si M茅xico ser谩 un pa铆s de ciudadanos cr铆ticos o de ciudadanos callados. Una cosa es gobernar y otra muy distinta es gobernar exigiendo aplausos.
En democracia no se gobierna con piel de cristal. No se legisla para proteger sentimientos. No se encarcela la cr铆tica. No se castiga el desacuerdo. Quien busca gobernar debe saber que habr谩 resistencia, oposici贸n, reclamos, editoriales, presi贸n social y medi谩tica. Es el precio de dirigir una naci贸n, no de administrar un club de fans.
Porque una ley que castiga la palabra no combate al delincuente, sino al disidente. Y porque la historia no se escribe con aplausos, sino con voces que se atreven a cuestionar.
Si esta reforma avanza sin correcciones, M茅xico no estar谩 m谩s seguro, estar谩 m谩s callado.
Y un pa铆s silencioso no es un pa铆s en paz: es un pa铆s bajo control.