En los últimos dÃas, hemos visto una avalancha de publicaciones en redes sociales donde usuarios posan, al menos digitalmente, con celebridades: que si una selfie con Dua Lipa, Luis Miguel o Alejandro Sanz, una caminata con Messi o una escena romántica con Pedro Pascal. Todo generado por inteligencia artificial. Un juego divertido, sÃ, pero también una señal de alerta.
La lÃnea entre lo ficticio y lo real se está volviendo borrosa, especialmente cuando el protagonista ya no es una celebridad lejana, sino alguien real, cercano… y vulnerable.
Tengo una amiga con un hijo adolescente que está cursando la preparatoria, ella es muy cuidadosa de lo que sus hijos ven y hacen en internet; alarmada me contó lo que entró en el celular de su hijo.
Ahà estaba él, sonriente, sentado en una cafeterÃa con una mujer adulta, abrazado con ella en un parque y caminando a su lado como si fueran una pareja.
La sorpresa de mi amiga vino cuando se dió cuenta que aquella mujer era la maestra de ciencias, casada y con hijos, que le habÃa dado clases el año pasado. Mi amiga me dice que al confrontarlo, el muchacho se rÃo y le dijo: “Mamá, no es cierto, esas fotos las hice con inteligencia artificialâ€.
Lo alarmante es que para él sólo era un “juegoâ€, pero para mi amiga representaba una señal de alerta: ¿qué pasa cuando una herramienta que hoy usamos para divertirnos puede poner en entredicho la confianza, la reputación y hasta la seguridad de las personas?, si fuera la imagen del chico manipulada por alguien más, ¿también le darÃa risa?, ¿qué hubiera ocurrido si él joven hubiera decidido subir las imágenes a las redes sociales?
Y es que sin saberlo estamos jugando con una herramienta muy poderosa sin medir las consecuencias. Estas imágenes hiperrealistas que se generan con inteligencia artificial no son solo “chistes†o “cosas de adolescentesâ€. Son escenarios falsos creados con rostros reales, sin permiso, sin pensar en cómo puede sentirse la otra persona, y sin entender que eso —aunque se vea inofensivo— puede cruzar lÃneas legales y éticas muy graves.
Hoy, cualquier persona con acceso a una app puede crear escenarios Ãntimos o comprometidos con cualquier rostro: una compañera, un maestro, un desconocido. Y lo más preocupante: no siempre es fácil detectar que la imagen fue generada por IA. La mayorÃa de esas imágenes parecen tan reales que cualquiera creerÃa que lo son. Y eso es peligrosÃsimo, sobre todo cuando se usan para bromas pesadas, acosar a alguien o alimentar una fantasÃa que no tiene nada de inocente.
Y es que las redes sociales ya cambiaron nuestra forma de mostrar la vida: presumimos lugares que no visitamos, amistades que no tenemos y estilos de vida aspiracionales. La inteligencia artificial solo ha llevado esta dinámica un paso más allá.
Desafortunadamente no todos los usuarios de internet pueden identificar satisfactoriamente ese tipo de imágenes, algunas versiones son muy sofisticadas, que hacen dudar a los más expertos, otras sà son más ordinarias y dejan pistas: como movimientos poco naturales, sombras que no coinciden, bordes borrosos o expresiones faciales extrañas.
La recomendación de los expertos sigue siendo, dudar antes de compartir
Es muy importante tener presente que la identidad digital es tan valiosa como la real. No juguemos a suplantarla, porque la confianza es un recurso que ninguna tecnologÃa puede devolvernos.
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Nos leemos, la próxima vez. Hasta entonces.