Darío Fritz

TERRITORIOS BALDÍOS
Las teorías extravagantes prenden como chispa cuando la información se oculta.


El incidente en la calle del Centro Histórico capitalino tiene un dejo a esos puñetazos del boxeo que dejan tambaleante a la víctima. No fue tragedia, pero pudo serlo.


Nayib Bukele tiene bajo  su control a jueces y legisladores que pueden hacer de los caminos de la ilegalidad la legalidad a la medida, una especie de terrorismo de Estado.


El tango puede que no alegre, pero hay mucho de romántico idealismo en él que se disfruta, el de la alegría de haber conocido la convicción y sobriedad, la inteligencia humilde, la fidelidad a uno mismo.


El fisgoneo sobre diálogos o búsquedas de información digital agrava en el plano virtual la inseguridad que ya padecemos en la calle. Esconde abundante desidia y mentira al momento de pregonar su seguridad


La pesadumbre de arar en el mar suele ser pasajera. Miremos hacia adelante, salgamos a recorrer el mundo sin un destino fijo ni declarado, guiados por la intuición.


El añorado acceso a un Internet libre que se le conoció en sus inicios parece encaminarse hacia un arma manipulable y extorsiva, un switch que unos pocos tienen la discreción de bajar o subir.


Nada ha movido a que el gobierno israelí cambie un ápice el genocidio contra la población palestina, ni deje de extorsionar al mundo con la diatriba verbal de que todo aquel que lo cuestione es un antisemita.


El espacio de los críticos tiene un lugar especial para Donald Trump. No se aceptan. Además de demandar económicamente a varios medios, también con las palabras ha sido exuberante en su escasa empatía con quienes observan lo que él es.


Nos preguntamos qué es el tiempo y no encontramos respuestas rápidas ni definitivas. 


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