El primer debate presidencial tom贸 a ratos un tono eminentemente negativo, de cr铆tica y de fuego cruzado entre las personas candidatas.
De acuerdo con un an谩lisis realizado por especialistas de la C谩tedra Francisco I. Madero, el debate tuvo un total de 74 ataques: 30 de ellos los lanz贸 la candidata X贸chitl G谩lvez, 24 Claudia Sheinbaum y 20 Jorge 脕lvarez M谩ynez.
En promedio, una cuarta parte de esos ataques fue dirigida a la persona, destacando rasgos individuales, de car谩cter, con descalificativos como 鈥渕entirosa鈥 o 鈥渕ujer fr铆a y sin coraz贸n鈥. En eso, Sheinbaum y G谩lvez estuvieron parejas, con 29 y 30 por ciento de sus ataques dirigidos a la persona, respectivamente. Otros ataques se dirigieron a los partidos, a gobiernos, a r茅cords p煤blicos o a aspectos de pol铆tica p煤blica.
El primer debate no solamente reflej贸 el ambiente de polarizaci贸n pol铆tica que prevalece en el pa铆s, con falta de di谩logo y de puntos medios. Tambi茅n dej贸 claro que en estas campa帽as el recurso de la negatividad es una caracter铆stica a destacar. Por ello, vale la pena reflexionar acerca de sus usos, sus implicaciones y sus consecuencias.
La literatura acad茅mica sobre campa帽as negativas, de ataques, es muy amplia, mucha de ella derivada de contiendas en Estados Unidos, tanto presidenciales, como legislativas y estatales. Going negative es una estrategia, un estilo, un recurso pol铆tico, casi una marca.
Las posturas en torno a la negatividad de las campa帽as est谩n divididas. Por un lado se sostiene que los ataques producen informaci贸n 煤til y valiosa para el electorado, ya que pone a prueba la integridad y la capacidad de respuesta de quienes son aludidos.
Por otro lado, algunos argumentan que las campa帽as negativas producen desinter茅s, alejamiento, abstencionismo y, quiz谩 lo m谩s grave, una crisis de credibilidad del sistema pol铆tico en su conjunto. La negatividad puede producir desafecci贸n y cinismo pol铆tico entre la ciudadan铆a, y un alejamiento de las urnas.
En una campa帽a pol铆tica, el recurso de los ataques no es accidental, sino es una estrategia delineada y premeditada. La pregunta es: 驴para qu茅?

En el debate del domingo pasado, la negatividad de las candidatas reflej贸 una doble estrategia. Por un lado, intentar afianzar a su voto duro: a los seguidores les gusta ver la cr铆tica y tambi茅n el aplomo, el control y la capacidad de respuesta de sus respectivas candidatas. Por otro lado se busca generar dudas entre el voto blando: algunos seguidores pueden decepcionarse al enterarse de cosas negativas sobre su candidata o comienzan a dudar, en caso de que su respuesta al ataque no sea satisfactoria.
En ese sentido, el primer debate no fue apto para indecisos o apartidistas, que son m谩s propensos a decepcionarse por los ataques y a ver la pol铆tica como sucia. Quiz谩s el tercer debate, el m谩s cercano a la elecci贸n, sea para los indecisos, tratando de generar swings de 煤ltimo momento y un intento de movilizaci贸n, de invitar a la gente a votar.
El asunto es que si contin煤an las descalificaciones y los ataques, el resultado podr铆a ser un efecto desmovilizador, generando un mayor abstencionismo. 驴Ser谩 ese el objetivo de la campa帽a negativa, m谩s que ganar adeptos, alejar votantes de las urnas? Es factible.
No queda claro a qui茅n beneficiar铆a m谩s una baja participaci贸n electoral, pero en los equipos de campa帽a probablemente tienen sus escenarios. En 2000, Fox se benefici贸 de la abstenci贸n de priistas en un ambiente de campa帽a negativa.
Seg煤n la literatura, hay asimetr铆as entre las campa帽as de ataque y las propositivas: las primeras jalan m谩s atenci贸n y se recuerdan m谩s, pero requieren de sustento para ser cre铆bles. La campa帽a negativa es un recurso natural de la oposici贸n, mas no necesariamente del partido gobernante. En 2000, la decepci贸n de priistas no se dio tanto por los ataques de Fox, como por las respuestas negativas de Labastida.
Veremos si en el segundo debate prevalece el tono de ataque. Mi expectativa es que s铆. En esta pol铆tica polarizada, la apuesta es por la negatividad.
Algunas referencias:
John G. Geer, In Defense of Negativity: Attack Ads in Presidential Campaigns, 2006.
David Mark, Going Dirty: The Art of Negative Campaigning, 2007.
S. Ansolabehere y S. Iyengar, Going Negative: How Political Advertisements Shrink and Polarize the Electorate, 1995.
K. H. Jamieson, Dirty Politics: Deception, Distraction and Democracy, 1992.