La caída silenciosa de las remesas: ¿y ahora quién sostiene a México?

Carlos Peña

ENROQUE FINANCIERO
Las remesas financiaron comida, renta, educación… pero también sustituyeron la urgencia de construir un verdadero piso de bienestar interno. 
02/12/2025

Durante años, las remesas fueron el “petróleo emocional” de México: flujo constante de dólares enviados por millones de migrantes que compensaban salarios precarios, informalidad y políticas públicas incompletas. Hoy, esa marea empieza a bajar. En octubre de 2025 entraron al país 5,635 millones de dólares, una caída anual de 1.7% y el séptimo mes consecutivo de descensos. De enero a octubre el acumulado suma 51,344 millones de dólares, 5.1% menos que en el mismo periodo de 2024, la mayor contracción desde la crisis de 2009.   
 
El dato duro rompe una narrativa que se volvió cómoda: las remesas siempre crecen. No era solo una cifra de la balanza de pagos, era un supuesto político y social. Gobernadores, alcaldes y hasta bancos diseñaron estrategias sobre la idea de que ese río de dólares sería inagotable. Pero los números están contando otra historia: hay menos envíos (-5.4%), aunque el monto promedio por operación ronda ya los 403 dólares, un aumento cercano al 4%. Es decir, quien puede mandar, manda más… pero cada vez son menos los que pueden.   
 
Las causas están del otro lado de la frontera. El mercado laboral estadounidense se enfría, la creación de empleos se reduce y la sombra de una política migratoria más agresiva vuelve a crecer, con más detenciones y deportaciones. En paralelo, la economía mexicana desacelera: Banxico recortó su previsión de crecimiento para 2025 a apenas 0.3%, con industria débil y menor dinamismo exportador.  La ecuación es peligrosa: menos oportunidades allá, pocas oportunidades acá. 
 
La reflexión de fondo es incómoda: un país de 130 millones de habitantes descansó demasiado en el bolsillo de unos cuantos millones que se fueron. Las remesas financiaron comida, renta, educación… pero también sustituyeron la urgencia de construir un verdadero piso de bienestar interno. Mientras entraban récord tras récord 64,745 millones de dólares en 2024 parecía que el modelo funcionaba.   
 
La caída progresiva de las remesas es más que una estadística: es un espejo. Nos obliga a preguntarnos qué pasa con las regiones que viven de ese dinero cuando el flujo deja de crecer; qué alternativas tiene el joven que ya no recibe apoyo del tío migrante; qué Estado queremos: uno que administra dólares que vienen de fuera, o uno que genera empleos y salarios dignos adentro. 
 
Tal vez este sea el verdadero mensaje de los números: no es que los migrantes nos estén fallando; es que ya no podemos seguir pidiéndoles que sostengan solos el costo de nuestras omisiones históricas. 

carlos@openmx.online



CARLOS PEÑA SALAS cuenta con Maestría en Administración Financiera, es Director General de OPEN, Asesor Financiero, Coach PNL y conferencista.

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de Mobilnews.mx.

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