El quehacer político es muy parecido a un cortejo amoroso. Se trata de convencer, de persuadir o de condicionar, para que nos den su aprobación o su voto, como en las lides amorosas se trata de conseguir los favores de la ternura o la concupiscencia.
El trato directo con la gente, gobernados o electores, es la forma de persuasión más efectiva, es “hablarle a la pretendida”, “hablarle a la muchacha”, mirarla a los ojos. Pero va perdiendo sentido en la medida en que las poblaciones son grandes.
Por ello es necesario encontrar formas alternativas de “platicar” con los gobernados o los electores. De muchas formas se puede recoger lo que se dice o piensa en la calle, pero la forma más precisa y científica es LA ENCUESTA.
La encuesta es, en la conversación con la Muchacha, lo que ella nos dice; lo que indagamos sobre lo que piensa y anhela, e incluso lo que piensa de sus otros pretendientes.
La respuesta que le damos a la Muchacha, en poblaciones grandes, es lo que le encargamos a Comunicación Social o al equipo de propaganda de la campaña.
¿Qué hacer para ganar? Lo primero es estar informados de las posibilidades de triunfo. Lo que nos dice la Correlación de Fuerzas, que es lo más importante que nos genera la encuesta.
En la próxima lección seguiremos con esto.