Y de pronto, a finales del siglo pasado y principios de éste, los políticos y sus estrategas descubrieron que podían usar las encuestas como propaganda.
“Necesitamos que tu encuesta, con tu prestigio, publique que vamos arriba”; con esta candidez digna de mejor causa, me han solicitado que le entre al gran negocio de la propaganda. Mi respuesta, entre divertida y un chingas a tu madre, siempre ha sido: “no puedo, porque si lo hiciera, se haría espurio mi prestigio”.
Yo tengo un prestigio qué cuidar y heredar a mis hijos, pero muchos del gremio encuestador van de paso, y sin problema hacen propaganda con resultados FALSOS, lo que debería ser INVESTIGACIÓN, que tiene un compromiso insoslayable con la VERDAD.
Y así llegamos a una condición donde las encuestas de propaganda dominan el mercado. Los sinvergüenzas son ricos y los decentes somos pobres, ja ja.
El primer campanazo con encuestas de propaganda lo hizo Vicente Fox en el 2000. Desde entonces han sido utilizadas por todos los partidos, en especial por el PAN, que ha hecho devoción de ellas, hasta llegar, en el 2024, a uno de los ridículos más escandalosos, cuando decían que iban a ganar con Xóchitl la presidencia de México, para perder por un margen de más de 30 puntos porcentuales.
Conclusión: Las encuestas como propaganda sirven para hacerse pendejos solos y también para ser felices en campaña, pero ya no sirven para ganar.
Y recuerden: Entender la lógica de los procesos políticos, es entender porqué ganamos o porqué perdemos. ¡Nos ayuda a perder menos y ganar más!