Conocer, con una aproximación prodigiosa, lo que piensan decenas o centenas de millones de personas, examinando solamente a 100, 500 o 1000 de ellas, es el regalo de la aleatoriedad. ¡Todavía hay quienes se resisten a creer que así sea! ¡Pero así es!
Es un misterio cómo se les ocurrió al matemático Paul Lazarsfeld y al sociólogo Samuel A. Stouffer, que la muestra para una encuesta debería de ser aleatoria. Quizá fue con la intención de ubicar el tema en el ámbito estadístico; ¡no lo sé!
Cuando trato de encontrar la fuente de este gran regalo para la humanidad, me salgo del ámbito científico, pues lo único que golpea mi mente es Proverbios 16 33: Las suertes (los dados) se pueden tirar en cualquier regazo, pero el resultado es voluntad enteramente de Dios.
¡Así es compañeros! ¡La encuesta es un milagro! ¡Es un regalo de Dios!