Una vez que garantizamos que la muestra sea aleatoria, podemos entrar al maravilloso mundo de la Ciencia Estadística que es, de acuerdo a Sir Ronald Fisher, “la ciencia de la toma de decisiones ante la incertidumbre”, justo el ámbito cotidiano en que se mueven ustedes, mis queridos clientes.
El portento de conocer la opinión de miles o millones de gobernados o electores, analizando rápidamente a unos cuantos de una muestra aleatoria, tiene algunos “inconvenientes”, francamente irrelevantes. Uno de ellos es el margen de error.
Algo siempre importante es conocer la aprobación a una gestión administrativa o la intención de voto. Si hacemos la encuesta y nos resulta un valor de 54%, eso no quiere decir que tengamos una aprobación o intención de voto de 54%, pero sí un valor cercano, que pudiera ser mayor o menor. ¿Qué tan cercano?: ¡No lo sabemos! Pero sí podemos saber que es lo menos cercanos, o lo más alejados que podíamos estar:
¡Eso es justo, el Margen de Error!
Si por ejemplo fuera 3%, querría decir que la aprobación o intención de voto deberá andar entre 51 (54-3) y 57 (54+3)%.
Si somos partidarios de la cautela, tomaríamos decisiones pensando que el valor es 51%. Si nos gustan las cuentas alegres, pensaríamos que el valor es 57%.