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Prevén déficit de 10 millones de profesionales de la salud para 2030

Publicado el Mar, 26/08/2025

REPORTE SALUD

Ciudad de México, 26 Ago.- En México, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala que hay aproximadamente 2.4 médicos por cada 1,000 habitantes, una cifra que coloca al país en una posición baja en comparación con otros países miembros. Este promedio varía entre países; por ejemplo, países como Noruega, Austria, Portugal y Grecia superan los 5 médicos por cada 1,000 habitantes.

Para alcanzar el promedio de la OCDE de 3.7 médicos por cada 1,000 habitantes, México necesitaría incrementar su número de médicos en aproximadamente 1.3 por cada 1,000 habitantes, lo que equivaldría alrededor de 163,800 médicos adicionales, considerando una población estimada de 126 millones de habitantes.

El último reporte de la Secretaría de Salud apuntaba en 2022 a un déficit estimado de 188 mil especialistas, médicos generales; la misma institución reportaba el siguiente año que se requerían 200 mil médicos generales y especialistas profesionales de la salud para dar atención a personas sin seguridad social.

El reto no es solo numérico. La medicina moderna exige habilidades técnicas, criterio clínico, ética profesional y resiliencia emocional. En distintas partes del mundo, las escuelas y hospitales han incorporado simuladores de alta fidelidad para recrear escenarios como terapia intensiva o salas de urgencias, y así entrenar destrezas sin riesgo para el paciente.

Para el Dr. Alberto Lifshitz Guinzberg, asesor académico de St. Luke, el déficit de médicos “no se resolverá únicamente aumentando la matrícula; requiere un modelo que forme profesionales completos: técnicamente competentes, empáticos y capaces de enfrentar la presión de la práctica médicaâ€.

Esta necesidad de contar con médicos mejor preparados y con una formación integral ha impulsado la creación de modelos educativos en los que se integra la excelencia académica, la experiencia clínica temprana y una sólida ética humanista. “Nos enfocamos en preparar médicos técnicamente competentes, empáticos y socialmente comprometidos, capaces de transformar realidades. Por ello, uno de nuestros diferenciadores es la introducción temprana a la práctica clínica, combinada con simuladores médicos de alta tecnología y rotaciones en hospitales públicos y privadosâ€, indica Lifshitz.

Cuando los estudiantes tienen contacto con simuladores médicos de alta fidelidad desde los primeros semestres, sumado a prácticas tanto en instituciones de salud públicas y privadas se busca formar profesionales con una comprensión integral de la medicina, más allá del conocimiento técnico; porque estas herramientas les permitirán enfrentar desde el inicio los retos cotidianos del sistema de salud mexicano.

En México el impulso de la telemedicina es cada vez más frecuente, este año, por ejemplo, el IMSS dio a conocer la implementación de la telemedicina a nivel nacional, con el objetivo de proponer mejores alternativas de diagnóstico y tratamiento, así como agilizar las interconsultas y mejorar la referencia de pacientes pediátricos oncológicos.

De igual manera empresas especializadas en tecnología para la salud desde hace algunos años han fomentado la digitalización y automatización en el sector en el país, mediante el uso de inteligencia artificial (IA) y análisis de datos avanzada, para ayudar a las instituciones de salud a optimizar los flujos de trabajo y mejoran la precisión diagnóstica.

Formar médicos técnicamente competentes, por sí solo, no basta. La medicina de hoy exige algo más: profesionales que, además de dominar la ciencia, sepan escuchar, entender y actuar con empatía frente a realidades complejas. Hombres y mujeres dispuestos a comprometerse con su comunidad, con la fortaleza mental para trabajar bajo presión y la flexibilidad necesaria para adaptarse a escenarios cambiantes.

En Saint Luke, dijo, acompañamos esa vocación con herramientas éticas, científicas y humanas. A la base académica sumamos programas de entrenamiento mental que fortalecen la toma de decisiones en momentos críticos; un plan de bienestar emocional que ayuda a prevenir el desgaste y a mantener la resiliencia; y un curso intensivo de ética médica, reforzado con seminarios posteriores, que arraiga el compromiso de ejercer con integridad. Al final, el verdadero desafío no es solo graduar médicos, sino preparar personas capaces de cuidar la salud de otros sin olvidar la propia.

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