Raúl Guajardo Cantú

Quiere ser presidente, o por lo menos candidato en 2030 y para ello requiere que alguien, quien sea, llegue a gobernar el estado y le cuide las espaldas.

Las marchas de la llamada marea rosa nos dejan ver que reaccionar a una determinada situación cuando prácticamente ya está resuelta, no sirve para nada más que para el llamado derecho al pataleo.

Tenemos una oportunidad de dejar de ser víctimas de los partidos políticos, por más que la actual estructura de las leyes electorales esté a su favor, para convertirnos en actores y en artífices de nuestro propio futuro.

La caballada está muy flaca en Morena en Nuevo Léon de ahí que no se ve la posibilidad de un triunfo, a menos, insistimos, en que desde las alturas se diga otra cosa, pero los ciudadanos tenemos la palabra.

Morena hoy en Nuevo León es un agregado de exprianistas que se sintieron relegados en esos partidos y buscan en el guinda un vehículo para alcanzar los objetivos que no pudieron lograr en sus anteriores partidos.

Si el PRIAN no apoya la candidatura de Adrián de la Garza difícilmente tendrá la fuerza para erigirse como el ganador de la contienda electoral de 2027.

Mike Flores no debería encariñarse demasiado con la idea de ser sucesor de su compadre y quizá negociar también su impunidad para cuando ya no esté en el gobierno.

Aunque Adrián de la Garza ha sido más activo en el ámbito local, en lo nacional Cienfuegos es quien mantiene nexos más cercanos con los altos mandos priistas y ha venido afinando y mejorando sus relaciones con Alejandro “Alito� Moreno.

La estrategia de una alianza MC-PAN en Nuevo León, que ha lanzado Raúl Gracia, con miras a convertirse en el poder tras el trono, traería pérdidas para otros actores políticos, quienes seguramente no se quedarán con las manos atadas.

La posible alianza de PAN y MC para la gubernatura de Nuevo Léon tendría una serie de consecuencias que cambiarían los actuales equilibrios de poder que existen en el estado.