Conoció muy bien el trabajo del campo en Culiacán Sinaloa, su tierra natal porque se desarrolló como empresario agricultor. Desde entonces entendió que no había el suficiente apoyo para los agricultores. Tuvo la dicha de formar una gran familia, 11 hijos, algunos de ellos hoy en la política, como Tatiana, Manuel y Rebeca. Sin duda, fue hombre de firmes convicciones y valor.
Hizo carrera militar en los Estados Unidos y después se graduó como Ingeniero Agrónomo Fitotecnista por el Tecnológico de Monterrey. Con madera de líder para luchar por las buenas causas, ese fue Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, “Maquío” (1934-1989).
Cuentan que adquirió el alias de “Maquío”, por su hermano menor, quien no podía pronunciar Manuelillo, como le nombraba su abuelo. “Maquío” no tuvo una infancia fácil debido al divorcio de sus padres.
Llegó a dirigir asociaciones agrícolas y empresariales, como el Consejo Coordinador Empresarial. Por su cercanía con la gente que trabaja el campo, mientras se forjaba como empresario a pesar de provenir de una familia con recursos, veía las injusticias y abuso contra la gente de este sector.
A pesar de su éxito como empresario, “Maquío” buscaba algo más, algo que lo llevara a trascender y a saciar esa inquietud de justicia, de cambiar el sistema de un país evidentemente viciado y con beneficio sólo a unos cuantos.
Se dice que un acontecimiento con un familiar, su tío Jorge del Rincón, quien buscó la alcaldía en Culiacán por el PAN y sufrió el robo de la elección por el entonces partido oficial en 1983 (PRI) motivaría al “Maquío” para afiliarse al PAN en ese año, aunque en un principio pensó en afiliarse al partido oficial, pues sería la forma de llegar y cambiar las cosas, pronto se dio cuenta que tendría que hacer algo diferente para lograrlo.
Entonces, al unirse al PAN y compaginar con sus ideales, decidió postularse para contender por la gubernatura en Sinaloa en 1986, siendo derrotado por Francisco Labastida del PRI, hecho que fue muy cuestionado y lo hizo sospechar de fraude electoral, ya que muchos ciudadanos no estaban de acuerdo con los resultados de la elección.
Así las cosas, pasión y rebeldía proyectaba su carismática figura, no común entre los políticos. Su lenguaje coloquial y arrebatado conectaba con la gente; esto haría que en 1988, lograra ir como candidato por el PAN a la Presidencia de la República, pero algo sucedió; “se cayó el sistema”, dijeron.
“El Maquío” declaró, al día siguiente, que la causa “por la que se cayó el sistema de cómputo fue que los representantes de los partidos de oposición en dicho sistema descubrieron un banco de datos ya con resultados, apenas dos horas después de concluida oficialmente la jornada electoral”. De todos modos se dio como ganador de la contienda al candidato priista Carlos Salinas de Gortari.
Después vino la lucha. Clouthier realizó una especie de postcampaña por el país donde convocó a la resistencia pacífica como marchas silenciosas para que se repitieran los comicios, por la justicia para realizar nuevas elecciones y comprobar que esos resultados fueran verídicos. Encabezó manifestaciones masivas y también hizo ayuno en el Angel de la Independencia de la Ciudad de México.
Aunque era difícil ganarle a un sistema que por años se convirtió en un monstruo, ahí seguía hacia adelante; al “Maquío” nada lo doblegaba, era mejor buscar la verdad a quedarse para siempre callado; remover las conciencias.
Un supuesto accidente automovilístico terminaría con su vida el primero de octubre de 1989. Después de ese hecho, las boletas nunca se volvieron a contabilizar. Tal vez ahora Clouthier ya no estaría tan orgulloso de pertenecer al PAN, pues el partido nunca hizo nada por darle seguimiento a lo que había pasado en realidad en esa contienda.
El PAN ha traicionado a sus ideales para seguir al sistema y se encuentra fragmentado desde hace tiempo. Pero el partido no hace al candidato. En cualquier partido “se cuecen habas”. Y en cualquier partido alguna vez se podrá encontrar a un líder como Clouthier, aunque sea un “garbanzo de a libra”, que se preocupe por el bienestar del País.
“Maquío” escribió en una carta que dejó a su familia, por si alguna vez le sucedía algo, este fragmento que dice: “las cosas de la vida por las cuales se quiere vivir, deben ser las mismas por las cuales estemos dispuestos a morir y éstas solamente pueden ser nuestras convicciones”, lo recordamos hoy, a 31 años de su muerte.
