Como ya dijimos en la lección anterior, el rol del estadístico es muy incómodo para el estratega, por una razón entendible: ¡El estadístico evalúa al estratega!
Por ello muchos estrategas buscan o tratan de imponer que el estadístico dependa de ellos, que solo a ellos les reporte, o de plano ser ellos mismos los que hagan las encuestas.
Si un cliente cede en las anteriores pretensiones, corre el riesgo grande de llegar ilusionado a las urnas, con la plena convicción de triunfo, solo para enfrentarse a una dolorosa derrota.
Lo más recomendable es que el estadístico le reporte tanto al estratega como al cliente, en una dinámica productiva que describiremos en la siguiente lección.
Nunca hay garantía de triunfo en una campaña, pero siempre podemos dar nuestro mayor esfuerzo. No perder por errores mal atendidos o por no aprovechar los errores de los adversarios. En las campañas las agujas se mueven hacia abajo, aunque en términos relativos si uno baja otro sube. También de esto hablaremos en otra lección.