Héctor Guerrero

LOS TOCABLES
Los legisladores de Morena, que en tiempos de Andrés Manuel López Obrador votaban sin pestañear a favor de sus decisiones, ahora le marcan límites a Claudia Sheinbaum. No hay disciplina automática. No hay un liderazgo incuestionable.


La desesperación de Aldana y Colunga, caciques del sindicato petrolero, es evidente: no pueden permitir que Víctor Manuel Kidnie, un líder con el respaldo de la base sindical, los exponga.


El mensaje que le acaban de enviar los senadores de Morena a Claudia es devastador: su autoridad tiene límites, y esos límites los imponen los intereses de los legisladores.


La crisis en la pertrolera es la consecuencia lógica de una estructura corrupta, de una empresa que ha sido saqueada y de un sindicato que ha servido más como cómplice que como defensor..


El país que Sheinbaum heredó de López Obrador no es un bloque sólido, sino una suma de partes que han sido golpeadas sistemáticamente por la 4t para ser devoradas con mayor facilidad.


Cambiar de nombre del Golfo de México, es un gesto simbólico, pero no inocuo y refleja la visión de Trump sobre México: un país sometido, sin poder de respuesta, sin dignidad diplomática. 


La incapacidad de las democracias liberales para ofrecer soluciones efectivas a problemas como la corrupción, la violencia y la desigualdad ha creado un terreno propicio para el surgimiento de liderazgos autoritarios.


* La postura de Claudia Sheinbuam no es clara es más bien ambigua frente a Estados Unidos. Mientras defiende una narrativa de resistencia en el discurso interno, sus acciones podrían alinearse con la política de sumisión de la 4T. 


Claudia debe gobernar bajo la sombra de su predecesor mientras intenta demostrar su propia capacidad de liderazgo. 


El panorama para este año es obscuro, pero no definitivo. La organización ciudadana, el fortalecimiento de la oposición y un periodismo valiente serán cruciales para contrarrestar los abusos de poder.


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