Rogelio Ríos

MIRADA AL MUNDO
Entre los mexicanos no pegó realmente el discurso “antiyanqui” del presidente López Obrador, ni por supuesto su libro “¡Oye, Trump!”, panfleto publicado en 2017.


La fórmula obradorista de “noventa por ciento de lealtad y diez por ciento de capacidad” trastocó profundamente el delicado equilibrio entre las proporciones de capacidad y lealtad del sistema priista.


La señora Bárcena trabajó en el pasado con figuras como Koffi Annan y Ban Ki-moon, secretarios generales de la ONU. ¿No estará “sobrecalificada” para su patrón? 


No hablamos solamente de disputas comerciales y aranceles por miles de millones de dólares. Es algo más que eso.


De la alta letalidad a la abierta violación de los derechos humanos no hay más que un paso. Entre la acción de fuerza legítima y las ejecuciones extrajudiciales hay una frontera que jamás debería cruzarse.


No hay discusión en Tik Tok, los AMLOVERS descalifican inmediata y feroz a quien emite una opinión negativa sobre AMLO. 


Marcelo da mucha tela para dialogar y discutir en torno a Estados Unidos en su libro, otros aspirantes de su partido no han dicho nada todavía en este tema. 



No me explico cómo AMLO es capaz de injuriar, insultar, difamar y hacer burla del prójimo un día sí y otro también en sus “mañaneras” sin que esto les cause resquemor o dudas a sus fervientes seguidores. Eso no es de cristianos.


Para hacer buen pan (la ética), hace falta buena harina (la moral). ¿Cómo son por dentro los presidentes mexicanos? Por sus actos públicos -y los de sus familias- sabremos si traen harina de la buena.


Al igual que Fox, en López Obrador se repite la historia (la maldición, dirían algunos) de un líder social y político que de ser un gran candidato termina como un pésimo gobernante.


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